domingo, 13 de octubre de 2013

Rollo Google, pero no

En este momento, todo mi despligue de creatividad está en decidir si me hago la raya del pelo a la izquierda o a la derecha. Por si están deseando hacerlo y no saben cómo, la mejor manera de matar la creatividad es trabajar para una multinacional. Sí, de esas que la gente piensa que es rollo Google pero no. 

Tengo la necesidad de pararme a pensar qué quiero hacer, cuál será mi próximo proyecto, pero no puedo porque mi mente sólo sirve para producir respuestas programadas a ordenes recibidas. Funciono como una máquina todo el día y, cuando llega la noche, abro los ojos y la mente y me doy cuenta de que me quedan escasos minutos para acabar la energía que tenía para toda la jornada. Antes de reaccionar, estoy ya pensando en desconectar, dormir profundamente y a empezar otra vez.

Para lo único que me queda tiempo mental es para detenerme todos los días a reflexionar por qué demonios  uno tiene que dedicar todo su potencial a ejecutar acciones predeterminadas por personas que funcionan y hacen funcionar según principios que están en las antípodas de aquello en lo que uno cree. Porque la motivación brilla por su ausencia, pero la posibilidad de reprimenda sobrevuela el ambiente cada minuto esperando la oportunidad de clavar sus garras en una espalda inocente.

A lo largo de mis casi ¿20? años de distintas y muy variadas experiencias profesionales, debo reconocer que aquellas en la que me sentí cómoda y a gusto, donde no me pesó madrugar, trabajar de más, asumir responsabilidades propias y ajenas ni hacer esfuerzos para dar soluciones, fue en las que sentí que podía permitirme el lujo de ser yo. Donde ser uno mismo no estaba penalizado ni restringido, donde no se esperaba que intrepretaras un papel sino que ofrecieras aquello que sabes hacer de la manera más generosa y responsable posible. Las empresas que matan el yo, matan la motivación, la iniciativa yaniquilan las personalidades. No invitan a que te involucres ni que estés dispuesto a ofrecer nada.

Durante mi paso por múltiples trabajos en distintos lugares tuve la oportunidad de reirme a carcajadas hasta llorar, de tomar café con croissant mientras comentaba el Hola, de prestarme ropa y que me prestaran, de proponer una celebración y de que me la propusieran, de planear fiestas sorpresa, fiestas de despedida, de bienvenida, de espera de bebés, de proximidad de bodas, de dar y pedir recetas de bizcochos de chocolate, de disfrazarme con peluca para carnaval, de inventar un baile y hasta de casi casi de cocinar. Y todo eso y mucho más, ocurría mientras todas y cada una de las personas cómplices de estas actividades y yo cumplíamos con nuestro cometido de forma inmensamente más eficaz que si la sombra del halcón carroñero planeara sobre nuestras cabezas.

Creo en la motivación, en el estímulo y en el premio. Creo que lo mejor que pueden hacer las personas que tienen encomendado gestionar el personal es apoyar y guiar, pero nunca hacer sentir que ser tú (vos) te puede perjudicar.

Ahora más que nunca quiero leer, quiero charlar, quiero plantar, quiero coser, quiero escribir y quiero pensar. Pero sobre todo me gustaría cocinar otra vez la salsa en la que siento que flotan cómodamente los ingredientes de lo que soy y lo que quiero hacer.

1 comentario:

  1. Cuánto te entiendoooo! No por lo de trabajar en una multinacional, pero sí en cuanto al aura de opresión que los "gerentes" imponen creyendo que así logran más de los trabajadores. Falacias. Pamplinas. Hermoso texto! Besos

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