miércoles, 1 de junio de 2011

Naturaleza doméstica



Si ésto fuera un libro de Ciencias Naturales, pasaríamos del capítulo "Flora doméstica" que exploramos en la "clase" anterior (aunque no en profundidad) y pasaríamos al capítulo de hoy que es la Fauna del entorno. Es que es digno de contar y de ver. 
Nuestra casa está rodeada de verde (verde claro, verde oscuro, verde amarillento, verde violáceo... todos esos verdes con nombre y apellido) y tenemos un lavadero exterior (donde está la lavadora y las cuerdas para colgar la ropa; en mallorquín bugaderia, en inglés laundry... --y ese es el capítulo de lingüística de hoy jiji) donde hay colgados una serie de intrumentos de labranza antigua, sólo por decoración. Bueno, sobre uno de ellos, creo que se llama carraca, una gorrioncita (sí, esa de la foto) construyó su nido y al parecer espera cuatrillizos (nos asomamos con la escalera aprovechando un momento de ausencia de la futura mamá). Sí, cuatro huevitos. La pobre hizo ese nido con un millón de ramitas muy bien entrelazadas y eligió un lugar tranquilo bien a cubierto, resguardado de la lluvia y del viento. Lo que no pensó es que no estaba tan a cubierto de los moradores de la vivienda...

La cuestión es que, si queremos ir limpitos, la ropa la tenemos que lavar, por lo tanto, entrar en el lavadero para poner la lavadora, tender y recoger. Pero cuando esto pasa, la pobre mamá-gorrión sale volando y se posa sobre la rama del árbol más cercano y pía como loca como rogándonos que no toquemos a sus futuros pichones y que salgamos pronto de ahí... ¡Pobre gorriona! Si supiera que, en este último tiempo, redujimos nuestras visitas al mínimo al lavadero para no molestarla. Si supiera que nos encanta que haya construido el nido ahí, que le damos de comer a una gata embarazada que nos espera cada día a la misma hora en la puerta de casa, que nuestras dos perritas viven como la Reina de Saba y Sissí emperatriz, que si pisamos un caracol sin querer le hacemos una ceremonia, que agarramos las arañas con la mano y las sacamos afuera con cuidado (bueno, yo no.. digamos que eso lo delego), que no comemos carne (eso sí que lo hago yo) no tendría miedo y no piaría desesperada para que saliéramos enseguida de su "hogar dulce hogar"...
La cuestión es que todo lo hacemos en una entrada. Poner lavadora, recoger la ropa que ya está seca y agarrar todo lo que necesitemos de ahí. Máximo una vez cada dos días. No podemos estar invadiendo su intimidad cada dos por tres. Si pudiéramos se lo explicaríamos, pero como no para de piar, no nos escucha.

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